Así es sacar una patente en el cantón más lento para darlas

[vc_row][vc_column][vc_column_text] Hace 6 años, en 2014, George Clooney se casó, Luis Guillermo Solís inició su presidencia, y un deseo de emprender despertó en otro vecino de Montes de Oca a quien llamaremos Luis. A solicitud de él, mantendremos anónimo su nombre real porque teme represalias de la Muni por contarnos cuánto le costó que le dieran la patente para su soda. Como mi tocayo, hay alrededor de 300 mil nuevos emprendedores cada año en Costa Rica a quienes arrancar no les es tan fácil como abrir un atún por culpa de la burocracia que deben superar.

Durante 10 años, Luis ha sido trabajador independiente y depende de 3 ocupaciones para salir adelante, pero hizo “de tripas chorizo” con sus ahorros para ir comprando a cuentagotas todo lo que necesitaba para su soda. Primero fue un microondas, a los 3 meses fue un congelador, más adelante un refri… y así durante casi 2 años mientras esperaba que apareciera un local. 

Fue en 2016, en Lourdes, cuando por fin consiguió un local adecuado a las necesidades de su negocio y a las condiciones de su bolsillo. Luis se emocionó como un cocinero cuando calienta el aceite para la nueva receta que lleva años cocinando en su cabeza. De inmediato arrancó el proceso para conseguir su patente, pero durante más de 2 meses vivió un bate y bate de trámites entre la Muni y el gobierno al mismo tiempo que pagaba y pagaba el alquiler del local que todavía no podía usar.

Montes de Oca es el cantón más lento del país para dar una patente comercial según la UCR. Mientras a inicios de esta década tardaba en promedio 8 días en concederla, para 2018 tardaba ya en promedio 30 días desde el momento en que se entregan todos los documentos.

La primera cortada que se llevó fue cuando la Muni le pidió un uso de suelo del local. Luis no entendía por qué le solicitaban un uso de suelo de un espacio que ya se venía usando para la misma actividad que él quería realizar. El local era antes una venta de comida rápida. 

Luis se sintió tan acompañado por la Muni como un queque que meten a hornear y hasta que huele a quemado (o se quemó la cocina) se recuerdan de él. La falta de asesoría que encontró le hizo las cosas más espesas. Unas oficina encargada  de acompañar a los emprendedores y a quienes quieren montar un negocio o tal vez algún asesor asignado le hubieran ayudado en aquel momento a que la soda cuajara mejor.

Luis tuvo que hacer otros trámites, como pedir un plano catastrado del establecimiento al Registro Civil para luego presentar esos documentos en la Oficina de Control Urbano de la Muni. Luego de entregar la documentación requerida, o sea, el plano catrastrado, tuvo que esperar 4 semanas por una respuesta; el plazo que el gobierno local tiene para resolver.

Durante esas 4 semanas siguió pagando el local y siguió sin poder trabajar. Ese tiempo fue como estar metido en un congelador como el que había comprado a pagos:  sin poder moverse, sin poder salir… y sin compañía.

La frustración de Luis calentaba con cada semana sin respuesta y comenzó a arder cuando seguía sin respuesta después del mes que la Muni tenía para responder. Con esa levadura para su enojo, decidió apersonarse  y amenazar con hacer uso del silencio administrativo; o sea echar a andar su soda al no obtener respuesta de la Muni. 

Ese mismo día obtuvo el uso de suelo…

…pero todavía no llegaba al postre.

La segunda cortada que recibió Luis vino del triturador trámite estatal. Durante casi un mes  tuvo que estar yendo y viniendo entre instituciones.

Empezó en el Ministerio de Salud, donde luego de llevar el uso de suelo que la había pedido la Muni, tuvo que presentar un formulario para iniciar el proceso para su Permiso Sanitario de Funcionamiento. Éste era apenas uno de los ingredientes que debía conseguir.

Luego fue al Ministerio de Hacienda para la inscripción del local y la actividad lucrativa, y asegura que tuvo que pasar a pagar $1000  al Cuerpo de Bomberos.

Ya de vuelta en el Ministerio de Salud completó los requisitos para solicitar el Permiso Sanitario de Funcionamiento: el uso de suelos, visado de planos, viabilidad ambiental, constancia de alcantarillado sanitario, permiso de ubicación y funcionamiento de calderas, pagos a la Caja….  y esperó 22 días más para que se lo dieran. 

 

Ya con Permiso Sanitario de Funcionamiento, y todos los documentos llenos, regresó a la Muni a solicitar la patente, y regresó al congelador durante otras  2 semanas mientras la Muni revisaba la documentación hasta que le dieron la patente. Luego de la espera, de todas las idas y vueltas, y ya con patente en mano agradeció no tener que volver a la Municipalidad por un trámite como ese.

Así terminaron más de 2 meses dando vueltas entre las aspas del triturador burocrático por el que todos los emprendedores deben pasar para apenas arrancar su negocio. 4 semanas para el el uso de suelos, otro mes masomenos para los trámites del Ministerio de Salud y Hacienda, y 2 semanas más para conseguir finalmente la patente.

Mi tocayo Luis les “pone los pies en la tierra” a quienes llegan a consultarlo sobre ponerse un negocio. Les insiste en que las trabas inician en la Muni, que para él no acompaña al emprendedor, y que la receta para lanzar un negocio incluye muchísimos trámites antes de tan siquiera obtener la patente. Entre las mismas instituciones no se ponen de acuerdo en cuál requisito se necesita primero y cuál después.

“Hay que ser optimista pero también realista”, dice este emprendedor, quien a pesar de todo se alista para sacar una segunda patente ¡ya tiene el local!  Y ya sabe a lo que se enfrentará en el cantón más lento del país para dar una patente comercial desde 2016. El alcalde Soler asegura que están trabajando en la propuesta de Ley de Patentes para el cantón, pero al cierre de esta nota – y después de 10 días hábiles de plazo- no atendió nuestras consultas sobre las razones de que su administración no mejorara en el área de patentes. 
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